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Pórtico de La Hipanidad

Con un arco de medio punto románico decorado en su parte alta en bizantino y acabados de mudéjar, puede leerse en letra capital: “Génesis de La Hispanidad”. Todo el itinerario nos ha llevado por la historia de Cristóbal Colón llegando y ofreciendo su empresa; su aceptación y viaje hasta el suceso de la Santa María. Ahora nos encontramos frente a esta verdad histórica que no se puede cambiar, ni se puede borrar. Cuando se cruza el pórtico nos encontramos de frente con La Pinta y La Niña (Palos) pues serán estas dos las que traigan la noticia del Descubrimiento. El 12 de octubre queda por tanto inexacto. La Verdadera Hispanidad comienza a ser real cuando se pudo regresar en primera persona y Cristóbal Colón decir abiertamente que puso “so Real Señorío” aquellas tierras para Sus Altezas. Inmediatamente, y con las famosas Bulas Alejandrinas como garantía, la segunda expedición del ya Almirante Don Cristóbal Colón pondrá en valor aquella isla Española con las primeras 1.500 personas que llevó en 17 barcos (1493). Ese será el comienzo de una historia que durará siglos enteros con sus luces y sus sombras. Recuerde que solamente somos las cenizas de un tiempo atrás. No importa si gusta o no. Son hechos históricos.

 Una vez cruzado el pórtico, se acaba en la parte de la popa cerrando con el número (16). Desde este punto puede verse en la otra fachada del mismo Pórtico (15) a Cristo entronado y los Cuatro Evangelistas. Cristóbal Colón siempre se sintió elegido por el Altísimo y todos los documentos que quedan de él nos recuerdan su intención con “La Ynpresa de las Yndias”. Él firmaba algunas veces como “XpoFerens” (El que porta para Cristo) y en su idea original, cuando vino a ofrecer su proyecto a los reyes, estaba la recuperación de La Casa Santa (Jerusalén) que estaba en manos de los infieles varias décadas atrás; es decir, quiso formar un gran ejército para                       El Redentor con los vasallos del Gran Khan de Asia (8) uniendo así las fuerzas suficientes para la última y definitiva Cruzada, al tiempo que cumplía con su obligación de llevar todas las almas que encontraba para Cristo (creyó en esto hasta su muerte más allá de atesorar riquezas). Curiosamente, el rey Fernando, ya viudo de Isabel y muerto ya C. Colón, también quiso extraer recursos de Las Yndias para exactamente hacer lo mismo: recuperar Jerusalén por compromiso.

 La realidad fue muy distinta fuera de la mente y de la actitud del Almirante. Aquel “Otro Mundo”, que tan certeramente supo reconocer en su tercer viaje antes que otro (América), nunca fue compatible con su idea original. No quiso tierras (sus herederos no recibieron ninguna) y acabó enfermando más y más en cada viaje que acometía (fueron 4). Lo peor que le ocurrió al Almirante Viejo fue no poder morir en paz. No murió solo ni abandonado, sino indignado de haber sido despojado de lo que era suyo y esa maldición la sufrió su hijo Diego.