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La Fuente de La Esperanza. (3 de agosto de 1492)

  Después de tantos años esperando, llegó el día que vio Colón iniciar su empresa y negocio. Tanto para los marineros de la Santa María, la Pinta y la Niña, como para Cristóbal Colón, la esperanza no era ya encontrar el objetivo deseado, sino regresar a casa para dar testimonio de lo encontrado. Un viaje a lo desconocido lleno de superchería y miedo (monstruos marinos) no impidió que se completara exitosamente. Fue un viaje feliz de ida y vuelta que cambió la Historia del mundo por completo. La Cuarta Parte del Orbe empezaba a incorporarse a las otras Tres.

 Un libro en blanco pide ser escrito. Páginas que terminen por contarnos la verdad de lo ocurrido aún no se han conseguido redactar. Falta mucho por conocer y este monumento invita a ello.

 Bajo la proa de la Pinta, un homenaje a Martín Alonso Pinzón como “Pegaso del Mar Océano”, su capitán. Por los franciscanos del Monasterio de La Rábida, Cristóbal Colón será conocido en esas tierras onubenses y gracias al apoyo de Pinzón armarán solidariamente la expedición del único viaje que realizarían juntos. La reputación de este animó a los oriundos de Palos, Moguer, … de zarpar con Colón desde La Fontanilla, en Palos de la Frontera, aquel 3 de agosto de 1492 rumbo al Cipango (Japón) y el Cathay (China) por una ruta diferente a la acostumbrada. Tocaba navegar por el Oeste (Occidente) lo que históricamente se alcanzaba por el Este (Oriente).

 Dos fragmentos de textos históricos a cada costado de la Pinta recuerdan quiénes participaron y de dónde vinieron los fondos para el pago de la armada del primer viaje.